Nicolai Gedda, in memoriam
Un cantante lírico legendario, prestigioso y entrañable
La noticia fue difundida por su familia con más de un mes de retraso y, escuetamente, daba cuenta de que el 8 de enero, en Suiza, a los 91 años, murió Nicolai Gedda, un tenor a quien los memoriosos tienen entre los más grandes del siglo pasado. Había nacido en Estocolmo y quien fue nombrado por sus padres Harry Gustaf Nikolaj Gädda escogió su tercer nombre y la pronunciación de su apellido para llegar a ser, como Nicolai Gedda, uno de los cantantes más prestigiosos, más admirados y más cautivantes de su tiempo, ése que se extendió, glorioso y permanente a lo largo de cincuenta años, entre 1953, cuando Karajan lo hizo debutar en La Scala de Milán, y 2003, cuando realizó su último registro discográfico.
Tenor lírico de una voz inconfundible, cálida, bien timbrada y de agudos que alcanzaba con una facilidad llamativa, Gedda abordó un repertorio operístico amplísimo y dejó más de doscientos registros discográficos. Su capacidad musical, su versatilidad y una calidez artística sobresaliente lo transformaron en un cantante entrañable. Su extensa carrera lo llevó a recorrer todo el mundo, siempre cosechando elogios y fascinando almas y corazones. La enumeración de sus actuaciones y premiaciones, aún la más escueta, excedería cualquier espacio razonable para una nota que sólo pretende informar sobre la desaparición de uno los artistas más notables del siglo XX. A Buenos Aires llegó en 1970 para protagonizar, en el Colón, junto a Beverly Sills una Manon que, dirigida por Peter Maag, según los que tuvieron la fortuna de vivirla, fue maravillosa. Al año siguiente, volvió nuevamente a la Argentina para hacer Fausto, en esa oportunidad, junto a Nicolai Ghiaurov y Heather Harper, todos dirigidos por Gianandrea Gavazzeni. Ésta interpretación sí que puede ser apreciada por quienes no tuvieron la suerte de haber estado presentes en el teatro porteño porque esa representación fue editada, en 2007, dentro de la colección "Memoria sonora del Teatro Colón". En aquel año, además de vender su alma al diablo, junto a Enrique Ricci, Gedda, que tenía 47, ofreció un recital de canciones en el Teatro Metro. Con su muerte, Gedda ha ingresado, definitivamente, a la galería de los más grandes tenores, ese Olimpo al cual sólo acceden los legendarios, los verdaderamente inolvidables.
Fuente: LA NACION Espectáculos Música