Popea, la peor de todas
La coronación de Popea, de Monteverdi, en versión de concierto, en el Colón
Popea, una heroína codiciosa y maravillosa para la ópera
Pablo Kohan
Curiosamente, y no parece ser esta coincidencia motivo de ningún elogio, al día siguiente de la presentación de La condenación de Fausto, de Berlioz, dentro del Abono Sinfónico Coral del Teatro Colón, hoy se pone en marcha La coronación de Popea, de Monteverdi, la quinta ópera del Abono Lírico del teatro pero en versión de concierto, equiparándose, de alguna manera, ambos abonos que, a todas luces, no son o no deberían ser lo mismo. Diferencias esenciales, Berlioz concibió La condenación... para solistas, coro y orquesta, precisamente, como una obra de concierto. Monteverdi, por su parte, meditó, escribió y estrenó su ópera para ser presentada como un espectáculo escénico lo que, se sobreentiende, implica, por lo menos, teatralidad, vestuario, ambientación y, por supuesto, actuaciones. Nada de esto habrá, desde hoy, en el Colón. Con todo, la música de Monteverdi y los intérpretes de esta ópera estática e inmovilizada pueden ofrecer un evento más que digno.
En realidad, incluso con interpretaciones memorables, en numerosas oportunidades se ofrecen óperas en versión de concierto, como si de un oratorio se tratara. Pero además, hay óperas que, eventualmente, pueden parecer más aptas para este tipo de opción. Si la extensión es breve o si los asuntos argumentales no son mayormente complejos, el cercenamiento de la teatralidad, en caso de fuerza mayor, podría ser aceptable. Pero no parece ser ésta la situación ya que La coronación... es una obra muy extensa y de infinitos recovecos. En el Prólogo, la Virtud, la Fortuna y el Amor, con especial vehemencia, se disputan la primacía sobre los comportamientos humanos. Y luego, a lo largo de tres actos, se desarrolla un libreto en el que, al lado de los protagonistas, abundan personajes que no son tan secundarios y a los cuales Monteverdi, a pura genialidad, les presta demasiada atención, dedicándoles pasajes de singular relevancia y cuya participación en la creación de una lógica discursiva y musical es más que importante.
La coronación de Popea es una ópera admirable, compleja, cambiante y que hoy es considerada la ópera más consumada del barroco temprano. Monteverdi estrenó La coronación. en 1642, en un teatro público de Venecia. En la ciudad de los canales, desde 1637, con la inauguración del Teatro de San Cassiano, la ópera salió de los salones aristocráticos. Al abonar una entrada, otros públicos pudieron acceder a esos espectáculos que, hasta ese momento, sólo eran un divertimento nobiliario. Esto implicó cambios notables dentro de la ópera como, por ejemplo, el abandono progresivo del primitivo canto solista flexible, sin articulaciones formales claras, extendido en recitativos que podían asumir distintas modalidades. En su reemplazo, más atractivas y cautivantes, desde Venecia, hacia 1640, comienzan a enseñorearse las arias. Pero Monteverdi, en su última ópera, permanece fiel al modelo florentino original y elabora una ópera mayúscula sin arias, con muy variados parlamentos solistas, dúos y escenas de conjunto de altísima teatralidad musical, con más que novedosos planteos estrictamente instrumentales y con una excelente simbiosis de texto y música. Por sólo enumerar algunas de esas escenas notables, ahí están los dúos de Nerón y Popea, la canción de cuna con la cual Arnalta duerme a Popea, los dos monólogos de Octavia, cuando lamenta su suerte de reina despreciada y cuando, en el final, rechazada, debe marchar al exilio, los lamentos de Otón por las perfidias de Popea; los soliloquios de Popea, absolutamente determinada a convertirse en emperatriz, y la despedida de Séneca, conminado por Nerón a cometer suicidio. Asimismo, hay números de conjunto llevados adelante con mano maestra por el gran madrigalista que fue Monteverdi como son, entre otros, el adiós de los seguidores de Séneca o el coro efusivo que saluda la coronación de Popea.
Por fuera de los aspectos musicales, Monteverdi, además, instala dos novedades absolutas que transforman a La coronación.. en una ópera fundacional. Por primera vez, con la complicidad de Giovanni Busenello, el autor del libreto, del escenario son desplazados los Orfeos, las Eurídices y, en general, toda los habitantes de la mitología griega y en su lugar aparecen personajes humanos y concretos. Sin ningún rigor histórico, en un teatro veneciano cantan y actúan Nerón, Séneca, Claudia Octavia y Popea Sabina. A través de estas personalidades de la antigüedad italiana, Busenello y Monteverdi, en un teatro público, se permiten comentar, elaborar planteos metafóricos y hasta criticar las convenciones de la Italia del siglo XVII.
Con todo, lo más sorprendente de esta ópera es la alteración de valores y cualidades que habrían de ser convención y norma dentro del género. La coronación... es una ópera equivocada o sencillamente maligna. Aquí son premiadas la codicia, la perfidia, la indignidad y la arbitrariedad. La advenediza, la codiciosa Popea logra su cometido y en su carrera obsesiva hacia el trono logra que Nerón condene a Séneca a la muerte y desprecie y expulse a Octavia. En el final, la entronización de Popea es, paradójicamente, la victoria menos virtuosa.
Quienes tendrán a su cargo la tarea de darle vida concertística a esta ópera maravillosa son artistas con historia largamente demostrada. Al frente del Ensemble Mattheus y comandando todas las acciones estará Jean-Christophe Spinosi y en los principales papeles desplegarán sus capacidades Verónica Cangemi (Popea), Raffaele Re (Nerón), Luigi de Donato (Séneca), José María Lo Monaco (Séneca), Filippo Mineccia (Otón) y Mariana Flores (Fortuna/Drusila). Hoy, a las 20, será la primera función en tanto que las próximas tendrán lugar el domingo, a las 17, y el martes y miércoles, nuevamente a las 20.
Fuente: LA NACION - Espectáculos - Viernes, 30 de agosto de 2019