Carreras en el Luna Park
Un show rutinario y previsible en la despedida del gran tenor
José Carreras. A life in music / Espectáculo con: José Carreras, tenor; Jaquelina Livieri, soprano, y orquesta dirigida por David Giménez Carreras / Sala: estadio Luna Park
Nuestra opinión: bueno.
Sin lugar a dudas, José Carreras fue uno de los tenores más significativos de los años 70 y 80 del siglo pasado. Pero hubo dos hechos que alteraron una vida musical esplendorosa. En 1987, cuando estaba en la cumbre de su carrera, le fue diagnosticada una leucemia, a la cual logró sobreponerse con muchísimas dificultades y que le ocasionó una merma importante en sus capacidades vocales. Y, por otro lado, su participación, junto a Plácido Domingo y a Luciano Pavarotti, en el celebérrimo recital de las Termas de Caracalla, en 1990, que le dio una enorme popularidad y le ofreció la posibilidad de encarar otra carrera musical, por fuera de los escenarios líricos. Ahora, y esencialmente para despedirse de esos públicos que sólo lo han conocido por esta actividad de enorme difusión planetaria, está llevando adelante una gira de despedida por numerosas geografías bajo el título José Carreras. Final World Tour. En la presentación que realizó en el Luna Park se lo vio muy avejentado, con una voz que es un resabio de las glorias de otros tiempos y presentando un repertorio que incluye algunas canciones y romanzas españolas, numerosas canzonettas italianas y una sola aria de ópera. Sin más requerimientos que los que pueden otorgar los restos de una voz que fue maravillosa y sin aguardar otro repertorio diferente al que escuchó, el público que colmó el Luna Park se mostró largamente satisfecho y le tributó una ovación tras otra al final de cada intervención.
El espectáculo en sí mismo está muy prolijamente preparado. Sobre el escenario, muy amplio, se asentó una inexistente y efímera Orquesta Lírica de Buenos Aires, dirigida por su sobrino, el muy correcto David Giménez Carreras, y por detrás, una gigantesca pantalla sobre la que se proyectaban los títulos de las canciones y sus compositores y fotos que recordaban la historia musical de Carreras. Lo cuestionable es lo que el otrora célebre cantante puede ofrecer en la actualidad. Su voz se pasea con firmeza por la octava inferior del registro de un tenor, subiendo con cierta naturalidad hasta el mi agudo como techo al que sólo sobrepasa en ocasiones muy puntuales y a viva voz para darle énfasis al canto, casi siempre en el final de la canción. Sus interpretaciones musicales fueron exactamente iguales todas aun cuando cantara una romanza de zarzuela, una canzonetta napolitana, un tema de un musical de Broadway o Lejana tierra mía, entonada con un purísimo (y ajeno) castellano español. Para contrarrestar tanta uniformidad y cierta pereza interpretativa, estuvo, afortunadamente, Jaquelina Livieri, la socia de Carreras en esta gira sudamericana. Con infinita gracia y plenitud vocal, la muy joven soprano rosarina exhibió su frescura, un dominio acabado del repertorio operístico que trajo al escenario y su inmensa y ya reconocida capacidad interpretativa y comunicativa.
Rutinario y sin alteraciones, el show no es sino una sucesión de canciones y arias (éstas sólo por Livieri). Hasta que, en el final del concierto, con los dos cantantes parados frente a los micrófonos, construyeron un muy emotivo popurrí/medley que incluyó canciones y arias. Ahí fue cuando Carreras entonó "Vesti la giubba", de I pagliacci, de Leoncavallo, no tan sorpresivamente, en la tonalidad de do sostenido menor, una tercera por debajo de la original, todo un testimonio de lo que puede en el presente la voz del gran tenor. Hubo siete bises y el espectáculo concluyó con "Amigos para siempre". El público feliz y satisfecho tributó una ovación conmovedora.
Tal vez conocedores de que las exigencias del público para con el cantante no iban a ser otras que las de estar presentes, los organizadores del espectáculo ni siquiera consideraron pertinente brindarles un programa de mano en el cual se consignaran elementos tan mínimos o imprescindibles como los títulos de las canciones y romanzas, los nombres de los involucrados en el espectáculo y hasta esa (in)comodidad propia de un avión al cual se le han agregado más filas para hacerlo más rentable. Para los amantes de Carreras había sido una noche estupenda. Para los amantes de otras calidades musicales, por suerte, había estado Jaquelina Livieri.
Fuente: LA NACION - Espectáculos, 5-6-2017