Los (buenos) palos de Frederick Delius
El compositor inglés apelaba a los palos como herramienta formativa
Cuando el sustantivo aparece en plural, son demasiadas las connotaciones negativas que vienen asociadas. Un palo no es sino un trozo de madera mucho más largo que ancho y que ha tenido infinitos usos en la historia de la humanidad. Pero cuando se habla de palos, el implemento puede volverse francamente destructivo. Así, por la vida andan sonando moler a palos, andar a los palos, recibir todos los palos y, desde hace algunos años, hasta se ha remozado el antiguo dicho de poner palos en la rueda ya no para entorpecer el avance de algún antiguo carromato sino para dar a entender que se quiere impedir el progreso de un proyecto ajeno. Con todo, los palos, aún en plural, pueden tener utilidades muy positivas. Frederick Delius habló sobre ellos y de cómo sacarles provecho. Cabe recordar que Delius fue un compositor inglés que vivió entre 1862 y 1934 y que supo absorber múltiples influencias para alcanzar un estilo muy personal. En su música confluyen elementos propios de la tradición inglesa, las expresividades y búsquedas del romanticismo tardío y buenas y saludables cuotas de los colores, el idioma y los climas del impresionismo debussyano. Vivió en Francia casi toda su vida madura y su relación con la docencia fue escasa y muy eventual. Sin embargo, tal como es citado en Delius as I knew him, el libro que editó Eric Fenby, su secretario personal, en 1936, dos años después de su muerte, el compositor apeló a los palos para hablar sobre la formación musical. Casi como un jardinero dedicado, dijo Delius: "No puedes enseñar a componer a un músico joven como no puedes enseñar a crecer a una planta delicada. Pero lo que puedes hacer es guiarle un poco poniéndole palos, uno por aquí y otro más allá". Buenos palos los de Delius, convenientes y sostenedores.
Fuente: LA NACION - Espectáculos - Allegro