La música enlatada

El término música enlatada, o música envasada, apareció hace unos cincuenta años y, en su sentido más amplio, hacía referencia a aquella música que no era ejecutada en tiempo real, sino que provenía, en aquella época, de una cinta o de un disco. Con todo, la fórmula, de a poco, comenzó a ser aplicada ya no a todas las músicas registradas, sino a aquellas que sonaban en espacios públicos y cuya escucha era meramente pasiva. Desde algunos parlantes más o menos ocultos, la música fluía incesante para hacer, supuestamente, menos angustiosa la espera, para aportar algún tipo de entretenimiento circunstancial o para generar alguna atmósfera más grata. Y también surgieron las teorías que sostenían que esas músicas ambientales favorecían la productividad. En volúmenes discretos, sin estridencias y, por supuesto, sin disonancias de ningún tipo, los sonidos pululan, desde entonces, en cualquier ámbito en el cual se congrega gente cuyo objetivo, por lo demás, no es el de escuchar música. En consultorios, restaurantes, reuniones sociales o supermercados, la música enlatada está para "llenar" el espacio y así cumplir con algunos de esos objetivos señalados. A este tipo peculiar de música se refirió Victor Borge. Cabe señalar que Borge fue un genial humorista que vivió entre 1909 y 2000, y que siempre con su piano y las buenas ideas cultivó un perfil artístico de suma originalidad y enorme aceptación, primero en Estados Unidos y luego en todo el mundo. En relación con los aspectos motivacionales de la música enlatada, Borge meditó: "Me han explicado y puedo aceptar que esta música hace que las gallinas pongan más huevos y que los trabajadores industriales produzcan más. Pero, ¿cuánto pueden extraer de mí por escucharla en un ascensor?"

Fuente: LA NACION - Espectáculos - Allegro